El verano puede ser una época luminosa y deseada para muchas personas. Sin embargo, para quienes conviven con un Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA) —o están en proceso de recuperación—, suele convertirse en una estación cargada de ansiedad, comparaciones, exposición corporal y presión estética.
La llegada del calor y la ropa ligera no solo desnuda la piel, sino también miedos profundos: el miedo al rechazo, a engordar, a no encajar, a “no estar lista”.
¿Por qué el verano es tan difícil para quienes sufren un TCA?
Los TCA no son simplemente un problema con la comida o el cuerpo. Son, sobre todo, una forma de traducir malestares emocionales profundos —como el dolor, la autoexigencia, la inseguridad o el trauma— a través del control, la restricción, los atracones o la compulsión.
El cuerpo, muchas veces, se convierte en el escenario donde se libra esa batalla interna.
En verano:
- Aumenta la presión social y estética: redes sociales repletas de cuerpos “veraniegos”, comentarios sobre dietas o cuerpos ajenos, idealización de una delgadez muchas veces inalcanzable.
- Se intensifica la exposición corporal: playas, piscinas, ropa ligera… No poder ocultarse activa muchos temores.
- Se alteran rutinas y controles: cambios en la alimentación, viajes, horarios, lo que puede generar inseguridad, descontrol o culpa.
La paradoja del cuerpo en los TCA
Una de las grandes trampas de los TCA es creer que el problema es el cuerpo. Pero el cuerpo no es el enemigo.
Lo que duele, en realidad, es la forma en que lo miramos. Cómo lo hemos convertido en una condición para sentirnos validadas. Cómo se transforma en una moneda de aceptación o en un objeto a corregir.
En consulta, trabajamos para recuperar la relación con el cuerpo desde un lugar compasivo y digno, más allá del espejo o del juicio ajeno. Y esto se vuelve especialmente importante en épocas como el verano, donde los síntomas pueden intensificarse.
¿Cómo acompañar el verano si tienes un TCA (o estás en recuperación)?
Desde el Centre Psicològic Pàdua, compartimos algunas claves que solemos trabajar en terapia para cuidar tu salud mental en verano:
1. Prepararse emocionalmente para la exposición
No se trata de “gustarte” a la fuerza, sino de tolerar con amabilidad la incomodidad.
Usa ropa que te haga sentir segura y cómoda, no la que “deberías” llevar. Observa tus pensamientos sin juicio.
2. Revisar las redes sociales que consumes
Limpiar tu entorno digital es un acto de autocuidado. Pregúntate: ¿Este contenido me inspira o me daña? ¿Qué tipo de mensajes sobre el cuerpo estás dejando entrar?
3. Poner límites a comentarios y comparaciones
No tienes que justificar tu cuerpo ni tu proceso. Puedes cambiar de tema, salir de conversaciones o decir simplemente “prefiero no hablar de eso”.
Y si aún no puedes hacerlo, reconoce que tienes ese derecho.
4. Enfocar el verano en experiencias, no en apariencia
Caminar descalza, nadar, leer al sol, reír, descansar. El verano también es eso.
Reconecta con tu cuerpo como fuente de placer y vivencia, no como una forma a corregir.
5. Buscar acompañamiento profesional si lo necesitas
Los TCA no son una elección, ni se superan con fuerza de voluntad.
Recuperarse es posible, pero requiere apoyo especializado. Pedir ayuda en esta época puede marcar una diferencia muy valiosa.
Una mirada compasiva para una relación distinta con el cuerpo
El verano no tiene por qué ser una pesadilla si aprendemos a tratar nuestro cuerpo como un aliado, no como un enemigo.
Quizá no podamos silenciar todos los juicios, pero sí podemos aprender a no creérnoslos. A respirar. A acompañarnos. A tratarnos con una dignidad que no depende de una talla ni del juicio ajeno.
Desde el Centre Psicològic Pàdua, trabajamos para que cada persona pueda reconciliarse con su cuerpo y consigo misma. Porque tu valor no se mide en centímetros, ni tu libertad depende de un espejo.
También en verano, puedes empezar a construir un vínculo más amable, respetuoso y libre contigo.